Vicente Vera Vásquez

Merce Molinas aún no podía pronunciar alguna palabra ni mucho menos dar sus primeros pasos cuando con sólo tres meses dejó Chile y se fue a vivir con sus papás a la Costa Brava de Cataluña en Llafranc. Su madre chilena y su padre español decidieron dejar la cordillera que rodea Santiago por las arenas blancas del mediterráneo catalán. Fue en España, la madre patria, como le dicen algunos chilenos al país ibérico donde Merce pasó su infancia y que ella recuerda como una fantástica experiencia. Sus primeras palabras no fueron más bien con acento chileno, sino que claramente bien españolizadas. Siempre se acuerda que todas las mañanas tomaba su cacaolat, que por las tardes merendaba unos bikinis o que acompañaba a su madre al Corte Inglés a hacer algunas compras.

 

Actualmente Merce con sus 21 años se encuentra en tercer año de periodismo en la Universidad del Desarrollo en Santiago de Chile. Tenía seis años cuando tuvo que regresar al país donde había nacido y de donde era su madre. A pesar que era muy pequeña cuando vivió en España, aún se acuerda como si fuera el día de ayer de todos los momentos que vivió en Llafranc. El faro de esta pequeña ciudad catalana y las vistas desde las cimas de sus cerros son los recueros que ella dice que jamás olvida.

 

Con sólo siete años al regresar a Chile tuvo su primer choque cultural. Vestía un pequeño abrigo de cortes elegantes que para el normal de España cualquier niña vestiría, pero que para la realidad chilena no encajaba. Resultado: no pudo usarlo más. No sólo eso, sino que además le costó muchísimo acostumbrarse al dialecto chileno, ya que ella hablaba catalán y obviamente hablaba castellano con acento español, que es totalmente distinto al que se habla en Chile.

 

La separación de sus padre fue el motivo por el cual tuvo que volver a Chile. Sin embargo, esta ha sido la principal razón por la que esta joven estudiante de periodismo viaja constantemente entre Santiago y Barcelona, ya que lo que más extraña de España es su familia.