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¿Cómo acabar con la cultura de la corrupción?

Vicente Vera Vásquez

 

Desde hace años se ha instalado una cortina de corrupción en los países sudamericanos, y la clase política, lejos de buscar la luz de la transparencia y justicia, busca acuerdos para un borrón y cuenta nueva de espalda a la ciudadanía. Sin embargo España no ha estado ajeno a este fenómeno.

 

Argentina, Brasil y Chile se han convertido en el ABC del mapa de la corrupción del cono sur. Los gobiernos K, desde su llegada al poder, han multiplicado su fortuna en 11 veces sin explicación lógica. En Brasil, el caso de Petrobras ha salpicado el nuevo gobierno de Rousseff. Los chilenos asisten al peor caso de corrupción desde la vuelta a la democracia. Al otro lado los españoles están a punto de votar luego de ver una serie de escándalos de corrupción y sobornos por toda la península ibérica y de todos los colores políticos.

 

Si bien el índice de percepción de corrupción ha ubicado históricamente a Argentina y Brasil en los últimos lugares, tanto los argentinos como los brasileros están cansados de las promesas que realizan sus gobernantes para terminar con este problema. En las calles del país donde el fútbol es una religión han sido millones los que han salido a protestar demandando transparencia y justicia para lograr el orden y progreso que flamea en la bandera verde amárela.

 

Chile se ubica en el puesto 21 en el ranking, encima de países como España, Estados Unidos, Francia y Bélgica. La corrupción en este país no es algo común, por lo que los casos que han salido a la luz pública han despertado la indignación de los chilenos, algo que se ve reflejado en la caída de la popularidad de la presidenta Bachelet.

 

España lleva años hundido en la peor crisis económica que haya visto desde la caída de Franco y cuando más mesura y prudencia se le pide a sus dirigentes políticos, parece haber oídos sordos. No es menor que el 70% de los directores de empresas piensan que es normal hacer sobornos para llevar a cabo sus negocios.

 

La única forma de acabar con esta cultura de corrupción no es con acuerdos políticos que busquen impunidad encubierta, sino que la ciudadanía esté despierta y en constante demanda por la transparencia de los actos públicos de sus políticos, pero principalmente no votando por los mismos de siempre. El ABC más España tienen el mismo problema: la poca renovación de la clase política y este poder tiende a corromper a las personas. 

Opinión

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